La temporada final de Stranger Things era uno de los estrenos más esperados de la plataforma. Han pasado más de dos años desde el final de la cuarta temporada, en la que Vecna se reveló ante la humanidad, amenazando al pueblo de Hawkins con la destrucción más absoluta. La única esperanza del pueblo reside en el pequeño grupo de frikis que nos enamoró en la primera temporada y que, con el paso del tiempo, les hemos visto crecer hasta madurar. La pregunta es al siguiente: este proceso, ¿ha hecho mejor o peor la serie?

La primera parte de la quinta temporada de Stranger Things llega con la presión de cerrar una historia que durante años ha mezclado nostalgia, terror y aventuras juveniles. Muy diferente a lo que era la serie en su inicio, donde conocimos a los Mike, Dustin, Will, Lucas y Eleven. Su lucha contra el ‘Upside Down’ se mezclaba con una extrema nostalgia, donde se recuperaban (para la gente de nuestra generación) aventuras, vivencias y juegos de la cultura pop de la época. Star Wars, Dungeon and Dragons, música de The Police o reversiones de música electrónica de clásicos como Vangelis hacían de Stranger Things de visionado obligatoria.
Es obvio decir que ya no estamos en ese punto donde la inocencia y la feliz ingenuidad marcaban la serie. La serie, como los protagonistas, ha crecido y con ello se ha cambiado la estructura narrativa. Si en las primeras temporadas lo que primaba eran las aventuras, la amistad y el ingenio, ahora la serie se ha vuelto más oscura, más tensa y agresiva, donde el misterio y el tono de la serie se ha elevado.

Solo para recordar de donde venimos. Vecna, al hacer su aparición, convierte a Hawkins en un pueblo totalmente controlado por los militares, que están estudiando que se puede hacer para controlar el ‘Upside Down’. Para ello, volveremos a vivir el pasado de Eleven, donde se presenta una nueva villana, la Dra. Key, que ordena la cacería de la protegida de Hopper para usar sus poderes contra la dimensión alternativa. Eso evidentemente, crea un conflicto tanto en el ex-sheriff del pueblo como para sus amigos, que tratarán de protegerla a toda costa.
A partir de aquí, nos adentraremos en una lucha sin cuartel contra todos los enemigos de la otra dimensión. Una de las cosas que mejor están construidas de esta serie es el personaje de Vecna. Henry, en su viaje al ‘Upside Down’ se convierte en un villano cuya presencia, porte y maldad me hicieron recordar al Darth Vader del Episodio IV de Star Wars, donde solamente al verle ya te dabas cuenta que estabas ante un personaje en el que el odio ante todo lo bueno le hace un adversario temible.

La narrativa apuesta por un ritmo mucho más acelerado que en temporadas anteriores. Los conflictos aparecen pronto, la tensión se mantiene casi sin pausa y cada episodio intenta dejar una marca importante. Esta intensidad tiene la ventaja de que la temporada engancha con facilidad, pero también el inconveniente de que pierde matices. Lo que antes se construía con suspense y sutileza ahora se muestra de forma frontal, a veces sacrificando profundidad emocional en favor del espectáculo. Se nota un deseo de complacer a los fans con “momentos grandes”, aunque no todos ellos encuentran un sustento narrativo verdaderamente sólido.
En cuanto a los personajes, esta primera parte intenta equilibrar a un elenco ya enorme, con resultados dispares. Algunos protagonistas recuperan relevancia emocional, especialmente aquellos que habían quedado algo relegados en temporadas anteriores. Sin embargo, esa misma abundancia de tramas provoca que ciertos personajes pierdan foco, y algunas líneas argumentales se sienten apresuradas o poco desarrolladas. La serie intenta dar a todos un momento de brillo, pero no siempre logra convertir esos momentos en arcos sólidos o memorables.

Evidentemente, hay que hacer mención al momento más polémico de la temporada. Ya veníamos avisados desde la aparición de Robin y los rumores que las miradas de Will había dedicado a Mike. Me cuesta el hecho de que el personaje de Will se descubre abiertamente a Robin como homosexual el acto fundamental de la historia de Hawkins. Cuando se recuerde en años venideros cual fue el hecho que salvó a Hawkins de la destrucción absoluta, recordaremos que Will su autodefinió como homosexual. El capítulo final es enorme, la acción y guion sublime, pero este hecho me chirría mucho.
Uno de los aspectos más debatibles es el tono. La serie ya no es la historia de niños enfrentando horrores incomprensibles, sino una batalla abierta entre fuerzas sobrenaturales y un grupo de jóvenes que han crecido dentro del conflicto. Este cambio es coherente con la evolución natural del reparto y de la trama, pero también significa abandonar parte del encanto infantil y misterioso del inicio. Aunque esta transformación otorga madurez y épica, lo que se sacrifica es la magia que hacía a Stranger Things tan especial.

No así su capacidad de evocar esa nostalgia ochentera. En eso, los hermanos Duffy han sabido conjugar perfectamente lo que se esperaba de la serie. Tanto la ambientación, como la banda sonora o los elementos que hacen de esta serie lo que fue siguen ahí latentes. Películas como Merlín El Encantador o La Gran Evasión tienen su pequeña cuota, y me encanta. Además, la serie ha sabido madurar, y ha aprovechado para incluir alguna crítica social interesante. Ahora ya no, todo es pura acción y construcción para un final que debe de marcar una época.
La conclusión fácil es decir que Netflix nos propone el siguiente mensaje: la homosexualidad salvará las vidas de Hawkins. No es que no me guste la transformación del personaje de Will. El miedo que me da es que esa transformación interior que tiene le haga un Deus Ex Machina contra Vecna, convirtiéndole en alguien intocable y con la capacidad de acabar con todo el mal que acecha a sus amigos. El capítulo final es increible, con una gran dosis de adrenalina, y este giro es uno de los puntos fuertes de la primera parte de la serie, pero quiero comprobar lo que supone en la conclusión de la saga.

En términos generales, esta primera parte de la quinta temporada funciona como un preludio de gran escala al final definitivo. Ofrece emoción, espectáculo y un sentido claro de urgencia, pero también exhibe las limitaciones de una serie que intenta cerrar demasiadas cosas a la vez. Es entretenida, visualmente potente y narrativamente irregular. Sienta las bases del clímax, pero deja la sensación de que la verdadera resolución —emocional y narrativa— todavía está por llegar.
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