Cuando vi el tráiler de esta película dirigida por J.C. Chandor y protagonizada por Aaron Taylor-Johnson como Sergei “Kraven” Kravinoff me emocioné. Recordé de pequeño cómo me gustaba visitar los episodios de The Amazing Spider-Man donde el cazador aparecía para poder tender trampas al hombre araña. Esta película aspiraba a convertirse en una historia interesante de anti-héroe dentro del universo vinculado a los cómics de Marvel Comics. A pesar de este planteamiento prometedor, los resultados fueron bastante decepcionantes según la crítica.

Después de poder digerirla en casa recuerdo porque nunca fui al cine a verla. Hacía tiempo que no consumía algo que me costara tanto terminar. Pero antes de sacar el cuchillo para diseccionarla, un par de puntos que funcionan. En primer lugar, el protagonista. Aaron Taylor-Johnson aporta presencia física y compromiso al papel. Algunas escenas de acción logran despertar cierto interés visual. Por ejemplo, la escena inicial en la que Kraven escapa de prisión tiene momentos de tensión.
Además, aunque el guion falla en muchos aspectos, hay momentos en los que el conflicto familiar (con su padre Nikolai Kravinoff, interpretado por Russell Crowe) intenta aportar una dimensión dramática, lo que podría haber sido una buena línea argumental. La relación con su hermano Dmitri Kravinoff es interesante, aunque poco efectiva sirve de gancho para entender las motivaciones de Sergei e introduce un prometedor villano para futuras entregas (dudo que las haya) de esta saga.

Vamos ya con los fallos, que tiene mucho. El principal escollo de la película es el guion: la narrativa es confusa, incoherente y carece de profundidad. La transformación de Kraven en el mejor cazador de la humanidad resulta apresurada, sin una motivación emocional bien desarrollada. Además, la obra oscila entre tonos (acción, drama, origen anti-héroe) sin decidirse por uno, lo que hace que el espectador no termine de conectar.
Todo en Kraven se percibe como ya visto. Hemos visto la magia en sabana africana en Wakanda. Conocemos a personajes de buen corazón que tienen problemas familiares y que un chute animal les vuelve invencibles. Los personajes se les ve carentes de motivación o con un propósito poco realista. Para finalizar, los personajes secundarios están poco desarrollados o parecen estar ahí únicamente para cumplir con requisitos de conectividad con futuras entregas. En definitiva, es una historia con numerosas inconsistencias, personajes poco desarrollados, motivaciones débiles y una estructura que resulta predecible o poco inspirada.

Podríamos intentar escudarnos en que estaríamos ante una película con grandes efectos especiales. Es verdad que Kraven funciona con sus grandes paisajes y su magnífica fotografía. Pero le falla todo lo demás. Las persecuciones o estampidas se ve demasiado la mano del ordenador, llevando a la risa en cierta ocasión. Incluso la banda sonora de Benjamin Wallfisch, habitual colaborador de Hans Zimmer en varias obras, se queda sosa.
Podríamos decir que la película tenía potencial: un personaje con mucho filo, una clasificación apta para mostrar violencia y conflicto adulto, buenos actores. Pero al final las decisiones del guion, el cambio de naturaleza del personaje (de antihéroe a algo menos definido), la falta un villano con un plan serio y la desconexión con su mito original hacen que Kraven the Hunter sea más un “experimento” que una adaptación pulida. Podría resumirse de la siguiente manera: matar a Aslan te hace un superhombre. La ausencia del verdadero objetivo de Kraven (Spider-Man) es un lastre que esta película no ha conseguido superar.
