
La popular serie surcoreana traída por Netflix llega a su fin. La tercera temporada de ‘El Juego del Calamar’ supone el cierre de la franquicia que llamó la atención de todo el mundo, siendo la serie más vista de la plataforma en su punto más álgido. Y lo hace de una manera que no ha dejado indiferente a nadie. Para lo bueno y para lo malo, la historia ideada por Hwang Dong-hyuk va a hacer una apuesta por lo extremo en todo lo que ha rodeado a la serie.

Más que una tercera temporada podríamos considerarla una segunda parte de la temporada anterior, ya que todo los eventos transcurren en un riguroso orden. Veremos las consecuencias en el juego después del intento de rebelión liderado por Gi-hun, pero tampoco hay que olvidar que estas dos últimas temporadas, a diferencia de la primera, cuentan con un par de historias paralelas que enriquecen la trama. La investigación del policía Hwang Jun-ho, herido de bala en la isla en la primera temporada y lo relacionado con la venta de órganos de los jugadores fallecidos.
Estas tres historias se entremezclan perfectamente, aportando su zénit a medida que las otras pierden interés. Esto lleva a que el guion de la serie sea algo más complejo que en lo visto durante la primera temporada, que en el fondo era un remix de ‘Los Juegos del Hambre’ pero en el siglo XXI. El guion, Dong-hyuk, permite que esta tercera parte no sea nada cansina. Las pruebas que van a tener que superar los jugadores elevan el nivel de dificultad (y castigo) respecto a lo visto en las anteriores temporadas y aunque sean largas, permite con las historias paralelas, mantener la tensión permitiendo rebajar la tensión.

En esta última parte, mi sensación es que la serie vuelve a sus orígenes. Siempre se había caracterizado por una gran crueldad, drama, suspense y una sibilina crítica social. Muertes gratificantes de personajes groseros, sacrificios y grandes giros en el resultado esperado. Estos han sido los elementos que han caracterizado a la serie desde el principio y en esta tercera temporada parece que quiere volver al origen para cerrar de la manera más satisfactoria posible un historia que para su creador (y para la mayoría de personas) no debió de pasar de la primera temporada.
Si vamos más allá del drama y la acción morbosa de ‘El Juego del Calamar’. Esta temporada me ha llevado a reflexionar sobre diferentes aspectos en los que se centra a la hora de hacer una crítica social. La principal me parece la caricatura que se hace de la democracia. Esto ha acompañado a la serie desde el principio. Se abandonan todos los criterios morales, ya que todo va por la simple mayoría. Da igual la razón o la moral, si la mayoría es idiota o quiere un objetivo moralmente cuestionable, gana la mayoría. Ahí es donde la democracia falla, y la serie sirve para reflejarlo de una manera muy nítida.

Hay otros temas que también se debaten en la serie . Por ejemplo, se presenta una sociedad polarizada, donde solamente exista la posibilidad de «X» o «O» (como los partidos Rojo/Azul), evidenciando cómo la democracia puede manipular en lugar de liberar. También está el tema de los VIP, que vienen a evidenciar el capitalismo extremo y malvado, que disfruta con el sufrimiento de los pobres, desesperados y oprimidos. Un poco como si fuera el Capitolio en los Juegos del Hambre.
El personaje de Gi-hun es claramente el que aporta el factor más humano. No solamente cuando se pone de parte de la justicia y busca (fallidamente) el bien común, que es el caso de la reflexión anterior. Desde el final de la primera temporada coge la capa de héroe y le queda bien. La lleva con gusta, sabiéndose guía de todos los presentes en el juego, para intentar aplicar la justicia … hasta que el juego le deja, demostrando que es capaz de los sacrificios más extremos para que luz de la humanidad brille nuevamente.

El resumen principal que podríamos hacer es que si has llegado hasta aquí, este bloque lo vas a consumir deprisa. Si no has llegado, es probable que hayas acertado, ya que para su autor (Hwang Dong-hyuk) ‘El Juego del Calamar’ se ideó como una serie de una temporada. Es gratificante ver que de vez en cuando no todo sale según lo previsto o lo que quiere el fandom. Es probable que por ello esta tercera temporada no haya tenido la repercusión deseada en las redes. Sospecho que envejecerá bien. Un acierto sin duda. La escena final es toda una declaración de intenciones del proyecto de Netflix con esta franquicia. Esperamos inquietos.
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